Los temas por los que se preocupa el paciente con TAG son los mismos temas que preocupan a cualquier persona, la diferencia es la persistencia e intensidad de la preocupación TAG.
La preocupación constituye una estrategia de afrontamiento disfuncional, que surge como un fallido intento de lidiar con la incertidumbre. La persona supone que preocuparse va a ayudarlo a “estar preparado” ante una catástrofe potencial. La intolerancia ante la incertidumbre actúa como ansiógeno (eleva la ansiedad) y el preocuparse como ansiolítico (disminuye la ansiedad), pero sólo a corto plazo, ya que a largo plazo la persona termina percibiendo la incontrolabilidad de la preocupación (“no puedo dejar de preocuparme!!!”).
El paciente con Trastorno de Ansiedad Generalizada puede presentar un conjunto amplio y variado de síntomas y sensaciones corporales. Así, frecuentemente, aparece inquietud, dificultades para dormir, contracturas musculares, malestar gástrico, dolores de cabeza, irritabilidad; todo esto con un gran impacto negativo para su calidad de vida.
El tratamiento cognitivo conductual no abordará el contenido de las preocupaciones, sino las metacogniciones (pensar en cómo se piensa), acerca de la utilidad que adjudica el paciente a la acción de preocuparse.